Crítica de cine
Crítica de cine: Gestación es cine en una sola carta
Fácil. Estamos ante una película hecha para envolver al público de manera fácil, y lo logra
El estreno del filme costarricense Gestación (2009), dirigido por Esteban Ramírez, ha tenido muy buena reacción de parte del público y de los comunicadores sociales que asistieron al estreno privado de dicha cinta. Incluso, hasta el crítico de música, Alberto Zúñiga ( La Nación ), cierra su comentario sobre la música del filme con una alabanza general hacia la película toda.
Por su parte, el periodista Alexánder Sánchez ( La Nación ) señala que el filme es un gran respiro, deja un buen sabor de boca y hace soñar. Así es, ante el cine costarricense hay un cariño que nos convierte a todos en (generosos) críticos de cine. Pero no, amigos, Gestación no es la gran película que se pregona y, más bien, es un paso atrás del director Ramírez ante su anterior película: Caribe (2004).
Conocer el oficio. No me gusta hacer “cine comparado” en mis críticas, pero –no hay de otra– creo que Caribe es película más sólida en su dinamismo narrativo, en su realización y en su afán crítico para sacar una realidad de la invisibilidad a que ha sido sometida. Caribe es un juego de distintas historias dicho con rigor. De esto, se claudica en Gestación .
Algo sí está claro con Gestación , y es que Esteban Ramírez confía en sus habilidades para poner un relato en pantalla grande. De esto no hay duda. Que Ramírez conoce el oficio, lo conoce; que lleva ese oficio al arte, también es cierto.
Lo mejor de Gestación es la puesta en imágenes, incluyendo la exitosa dirección de actores, con un soberbio trabajo de la joven Adriana Álvarez.
Los problemas de Gestación arrancan desde la poquedad del guion, desde su superflua linealidad, texto más anunciado que el canto del gallo cuando Pedro negó a Jesús. Es relato sin puntos de giro, es redundante secuencia tras secuencia, como concierto de guitarra a una sola cuerda, para narrar lo que le pasa a una colegiala que, por travesear con el sexo, queda embarazada.
Es evidente que María Silva, como coguionista, no tiene la audacia ni la profundidad dramática que sí evidencia Ana Istarú, coguionista de Caribe .
Por eso el drama presente en Gestación resbala –poco a poco– hacia el melodrama más bien folletinesco, porque se convierte en fórmula (eso digo: ¡fórmula!) para evocar sentimientos fáciles en el espectador.
El gancho funciona. En esta nueva cinta de Ramírez no se siente la tragedia interior en los personajes, porque nunca son observados a fondo. Como gancho, se nos dice que el filme se basa en una historia verdadera, cuando hay miles de historias como esa, con una moraleja eclesiástica para los jóvenes, algo así: de que no hagan el amor porque vean lo que les puede pasar. ¡Eso en pleno siglo XXI!
Hay alguna denuncia social con rutas alternas: mostrar los tugurios y al fondo el hábitat de los ricos, por ejemplo. Igual con lo ecológico (las aletas de los tiburones). También con una visión parcial de la religión (las monjas del colegio). Todo igualmente tratado de manera superficial, como oír risitas de ratones.
Gestación es como ver un juego de naipes en una mesa donde todos los jugadores tienen los ases. Es película para ser fácilmente digerida, comida liviana, para que el público la elogie. En Caribe , Esteban Ramírez subió como palmera, pero en Gestación baja como un coco.
GESTACIÓN
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